
Toole / La conjura de los necios
El mamarracho impone una especie de incomodidad productiva. El artista esperpéntico parece haberse atrofiado en esa forma de mirar. Mayormente es fingido, pero aterra su ojo prismático como si se tratara de una anamórfosis monstruosa. Lo que hay de expresionista en el grotesco es ese abovedamiento, la caricatura que ejerce su poder despectivo y, a través de él, como Ignatius Reilly sospecha, invierte la propia conspiración logrando que todo parezca obstinado en torcerme a mí, en quebrantar mi geometría y mi teología. Me provoca una tortícolis contagiosa, una mueca a mitad de camino entre la risa y el estornudo. Caballero mongoloide, ha escrito usted (sin cuidado) una auténtica distonía.

Quizás soy mala escritora, epro no intento hacer creer nada al lector que nos ea el texto mismo. Así es que nunca fui Toole, ni lo quiero ser, ni lo quiero ser.(la señora de los pasillos que nunca lo leyó ni lo leerá)
ResponderEliminarMuchos personajes de la novela son reconocibles en las comedias que abundan hoy en Warner o Sony. Tal vez Toole le haya dado más a ellos que a nosotros. Pero tampoco digo que no haya que leerlo. Se supone que los libros incomodan.
ResponderEliminarIgnatius Reilly de los personajes mas entrañables de la lireratura si :)
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