La criatura es también el libro. Construido con despojos humanos, materiales biológicos privados de historia e identidad, el monstruo que recibirá el soplo de vida todavía es cartón prensado. Su propia educación sigue la misma línea: robando libros y conversaciones ajenas. Pero su voz, doblemente enmarcada en la perfecta anatomía de las cajas chinas, es portadora de las voces de sus víctimas. Y esta estructura se desdobla también en su creador.
Pasa que las víctimas no hablan por sí solas, el sonido de sus voces (su identidad tal vez) vive en el relato del victimario. Por eso el monstruo necesita hablar y es imperioso hacerlo hablar, para que sus víctimas tengan voz. El mismo Frankenstein, también monstruoso y victimario, deberá dejar constancia de otras voces para que Robert Walton acabe el relato.
¿De qué clase de crimen será culpable el capitán Walton, para que Mary ponga en su relato las voces de tantos muertos?
Pensándolo bien, el título de esta entrada podría ser "La voz de los despojos". No me animo a cambiarlo porque en esto no hay trueques sino lecturas superpuestas. Los dos títulos son correctos en universos divergentes y no complementarios.
ResponderEliminarTal vez la voz misma sea un despojo...retazo de otros retazos, de voces de muertos y de sueños que fueron y que serán.
ResponderEliminar¿Acaso, el destino de un escritor, no es recoger las piezas anatómicas perdidas y darles otra vida?
(la sra de los pasillos)